oiahfjdoiehdspgrui

Diligente, eficiente y astuto como el que más, el talento de Nikolaj para la estrategia resulta indiscutible.

Nacido para el liderazgo, es incapaz de tolerar los errores, las negativas y la incompetencia propios y, pese a ello, es bastante negligente con los ajenos siempre y cuando no pongan en peligro a otras personas.

La vida le ha enseñado que, para sobrevivir, son pocas las cosas tan útiles como la ambición, la determinación y el más estricto perfeccionismo, de modo que sus objetivos son algo que ha tenido siempre muy en claro. Sin embargo, y aunque esto pueda hacerle parecer primario y egoísta, no lo es. Su ética y principios son -junto con cierta chica rubia-su primera prioridad y, por ende, la base sobre la que se construyen todas y cada una de sus acciones.

Tiene muy claras las fronteras y líneas que, según él, separan lo bueno de lo malo, o más bien, lo aceptable de lo inadmisible, llegando a ser, en algunos aspectos, demasiado tajante. Considera las acciones del Capitolio una auténtica aberración y no admite ninguna concesión al respecto pues, para él, matar directa o indirectamente a alguien, no intencionadamente, sino con el simple agravante de ser consciente de ello, es imperdonable siempre y cuando no sea la propia vida la que corre riesgo si no se hace, e incluso así, salvando contadas excepciones.

¿Pacifista? No, a todo punto no. De hecho, no son pocos quienes le juzgarían como una persona violenta. Se equivocarían. Ni es la clase de persona que huye de la violencia en todas sus formas ni encuentra especial satisfacción en ejercerla. Simplemente no suele necesitarla. La autoridad que imprime el aspecto más rudo y ácido de su carácter tiende a ser más que suficiente para disuadir a quienes le provocan de continuar haciéndolo. Su aparente seguridad en a las capacidades propias frente a las de los demás acostumbra a resultar tumbativa y, cuando no lo hace, tampoco se muestra renuente a usar los puños.

Transmite la sensación de ser una persona fría, rigurosa en su trabajo e insolente frente a la autoridad, con una obsesión por el control que roza lo enfermizo. Y al menos en lo tocante a esto último, es una impresión acertada.

El control que ejerce sobre su vida es tan preciso que incluso el caos más absoluto se mantiene bajo un cierto orden, siempre y cuando su impulsividad no le traicione. En efecto, el aparentemente gélido e imperturbable Nikolaj, cuya reacción ante el más severo e inmediato peligro de muerte es una simple sonrisa arrogante, tiene un lado impulsivo que, para su exasperación, se vuelve de tanto en tanto contra su razón.

En su carácter la responsabilidad para con la propia vida y salud brilla por su ausencia. Los recuerdos de su pasado le atormentan y, a menudo, pretende mitigar la culpa o ansiedad que le generan tras comportamientos nocivos, temerarios o prácticamente suicidas, por los cuales no concede explicaciones ni admite discursos. Su cuerpo es suyo, su vida es suya y no consiente que nadie le diga cómo debe o no tratarlos. En su interior se esconde una sombra de melancolía y tragedia, de tristeza, algo que nadie puede definir, todos pueden ver y ninguna persona solucionar. Simplemente está allí, persiguiéndole, enloqueciéndole, arrebatándole sus sueños y transformándolos en pesadillas de las que no habla jamás.

Es hábil tanto para la seducción como para la manipulación, pues posee un cierto atractivo ineludible, y una aptitud que roza el nivel de arte para guiar, sin que ellos mismos los sepan, las vidas de los demás. Siempre dejando la huella de una sombra dañina solo para sí misma, pero de presencia positiva para quien llega a ganarse su aprecio. Su lealtad y entrega para con quienes le importan está por encima de la prudencia y su sagacidad para cobrarse las afrentas de sus enemigos es casi sobrenatural...¿Es conveniente tenerle a favor? Sí, desde luego ¿Es sencillo? Por supuesto que no.

-Y bien...¿desde cuándo conoce usted a Nikolaj?-cuestionó con cara de asco una mujer rubia de mediana edad, vestida de un blanco impoluto, anotando palabra por palabra todo cuanto escuchaba y decía.

-Le conozco desde que era un renacuajo-respondió el ya viejo y demacrado hombre frente a ella, dedicándole una cálida sonrisa que, pese a estar maltratada por los años y el tabaco, seguía transmitiendo mucha más vitalidad que su interlocutora-yo vi crecer a ese chico...y es más, podría decirse que sé más de su historia que él mismo.
-Fantástico-dijo la mujer mientras un brillo de interés se hacía patente en sus gélidos iris grisáceos-supongo entonces que usted llegó a conocer a sus padres ¿me equivoco?
-No señora, en efecto les conocí a ambos, aunque mejor a ella que a él. Tuve la suerte de no cruzarme con ese miserable en más de dos ocasiones.
-Deduzco entonces que la relación que sostenía la intercepta con el padre de Nikolaj no era muy buena.
-Verá...esa es una historia muy larga ¿tiene usted tiempo?
-Todo el tiempo del mundo, es mi trabajo.-contestó algo seca, aunque su expresión la traicionase, delatando su emoción ante la perspectiva de una gran cantidad de información sobre el sujeto de su investigación.
El hombre, que tras veinte años como tabernero había desarrollado un considerable amor por las historias, sonrió y se deslizó sobre su asiento, acomodándose sobre este como si estuviera en su casa, saboreando la mal disimulada expectación de su oyente. Le encantaba el protagonismo de narrar hechos pasados y era todo un maestro haciéndolo.

"Todo comenzó, señora mía, cuando Alice viajó al distrito uno con motivo de un sabotaje programado por los rebeldes. Ella era toda una idealista: una muchahita alegre, impulsiva y valiente como ninguna, ciertamente orgullosa, incluso en exceso, pero también lo bastante hermosa como para que pudiese disculpársele el defecto. Cada vez que ella entraba a este, mi humilde negocio, no había un hombre que no volviese la vista para mirarla, incluso parecía que el local estaba mejor iluminado. Nuestra "Ali" era una joya.

Ella no tenía miedo de nada, de nada excepto de enamorarse. Todas las mujeres en su familia tuvieron muy mala fortuna en ese ámbito y lo cierto era que ella le tenía un auténtico pavor a los hombres fuera del ámbito amistoso...o al menos así fue hasta que decidió dejarnos a todos boquiabiertos:
Para hacerlo, decidió reunir a todos sus conocidos y declarar, en su santa inconsciencia e inocencia, que estaba perdidamente enamorada de un joven que había conocido durante sus cinco días de estancia en un distrito tan partidario del Capitolio como el uno.

Ninguno dábamos crédito a sus palabras y no fuimos pocos los que no preocupamos por su seguridad. Estábamos seguros de que, si alguien en quien ella parecía haber depositado una fe tan ciega la delataba, sus probabilidades de escapar serían prácticamente nulas. Le dijimos que tuviera cuidado, que no se confiase demasiado...pero Ali se creía lo bastante mayor como para tener plenos poderes sobre su existencia y consideraba innecesario atender a nuestros consejos...así que le visitó una semana tras otra, durante aproximadamente seis meses, cada vez más enamorada, poco precavida y desatenta para con sus ideales. Que las cosas no acabarían bien era algo obvio, pero no nos esperábamos aquello..."

Viendo cuan cautivada estaba la mujer frente a él por sus palabras, Joe no pudo resitirse a hacer una pausa para servirse un trago, prolongando su sufrimiento un poco más.

-Ninguno nos esperábamos que fuese a quedarse embarazada a sus escasos diecisiete años...Y fue entonces cuando supe hasta qué punto era lista nuestra Ali, entonces caí en que ella jamás le había revelado su secreto, un secreto tan enorme y bien guardado como llegó a serlo su estado.
-¿Estuvo usted presente cuando él nació?
-Desgraciadamente no. Ella dio a luz sola y en plena calle. Pero esto es algo que me contaron. Apuesto a que la señora Smith puede contárselo mejor...esa vieja bruja siempre está en su ventana y estoy seguro de que lo vio todo...aunque no se dignase a bajar.
-Comprendo...¿Podría usted señalarme donde vive?-cuestionó la mujer, poniendo sobre la mesa un mapa del distrito.
-Claro, es justo aquí-le dijo el hombre, poniendo su índice sobre el punto exacto-el edificio más viejo de todos, segunda planta...¡Y tenga cuidado, no es precisamente un barrio seguro!-le advirtió, alzando el tono de voz para que alcanzase a oírle al ver que la mujer hacía gala nuevamente de su falta de educación, abandonando ya el local sin siquiera despedirse.
-Qué asco...por favor..¡qué asco!-exclamaba la mujer, ya en el edificio señalado, mientras veía las ratas corretear junto a ella, acompañándola en su subida por las deterioradas escaleras del susodicho-no me pagan suficiente para esto.-se dijo, golpeando levemente la puerta con una clara expresión de repulsión, siendo recibida por una mujer ya mayor.
-Hijo, hijo ven ¡por fin ha sucedido, te ascenderán, llegarás a lo más alto!-gritó la pretenciosa señora tras darle un rápido vistazo.
-Lamento decirle que se equivoca, señora. No vengo a hablar con su hijo, si no con usted...estoy realizando una investigación sobre un sujeto...Nikolaj Schierling.
La expresión de la entrometida señora Smith evidenció su retorcida diversión ante la posibilidad de explayarse sobre el tema a tratar.
-¡Me alegra ver que finalmente le darán su merecido! ¡Ese joven es un delincuente tan desvergonzado como su madre! Siempre hablando de libertades e igualdad...¡Menudo elemento!-habló sin pausa, metida de lleno en su crítica-Pero pase, pase usted, no se quede en la puerta, que esto puede tomarnos mucho tiempo.-la instó a moverse, dejando paso, poniendo enseguida sobre la mesa dos tazas de té a las que se le notaban los años de desuso, dos piezas bastante caras que la anciana solo sacaba para agasajar a las visitas importantes.
-Como le iba diciendo era de esperarse, siendo hijo de esa ramera...¡Debería agradecerme que facilitase su reunión con su padre! ¡Qué gran hombre: qué elegancia, qué porte, qué modales! Pero ya ve...ni una triste joya...¡y seguro que no es porque su padre no se lo repita! El problema es que la cabra tira al monte ¿sabe usted? Se parece a esa fulana y de dónde no hay, por muy decente que fuera ese buen señor, no puede sacarse.
La investigadora necesitó armarse de paciencia. Aunque estuviese de acuerdo con la forma de pensar de aquella extraña, su excesiva expresividad la hastiaba.
-Tengo entendido que asistió usted en el parto a su madre...¿Se llamaba Alice, no es así?-cuestionó, intentando llevar la conversación al punto que le interesaba.
-Tengo entendido que asistió usted en el parto a su madre...¿Se llamaba Alice, no es así?-cuestionó, intentando llevar la conversación al punto que le interesaba.
-Así se llamaba pero...¿ayudar yo a esa muerta de hambre?-le preguntó, escandalizada, haciéndose la ofendida-¡Desde luego que no! ¡Ni yo ni ninguna persona decente lo haría! La desgracia fue que no murieran ambos en ese día.-comentó venenosa, dando un sorbo a su té-Ya ve...¡traer al mundo una criatura sin padre!-exclamó, negando en señal de reprobación-No, no, yo tan solo la vi desde mi casa, y esperé que los agentes de la paz aprovechasen el momento para capturarla...Una lástima que estuviesen tan ocupados mitigando las revueltas...¡Parece mentira que haya tanto desagradecido suelto con todo lo que el Capitolio hace por nosotros!
-Sí, es inaudito.-le dio la razón sin mucho interés-Pero centrémonos...¿Es o no cierto que dio a luz en la calle?
-Así lo hizo, como la alimaña que era...lo mejor para todos habría sido que de desangrase. Así se habría acabado el problema. Pero por supuesto, esos amiguitos suyos fueron a socorrerla, la subieron a su casa y la vigilaron hasta que estuvo repuesta y dispuesta a seguir dando problemas. Vivían en el piso de enfrente, así que ese chiquillo del demonio no dejó de atormentar a mi pequeño en toda su infancia, y todo porque decía la verdad sobre su madre...ya ve.
No sé que le hizo al padre de ese diablo, pero incluso cuando supo de qué pie cojeaba siguió viéndola alguna que otra noche, siempre en casa de él...¡seguro que hasta le robaba! Pero se conoce que un día se fue de la lengua y el muchacho quiso ir a verla a su propia casa...¡Figúrese la sorpresa cuando se encontró con el niño!
-¿Fue entonces cuando se lo llevó?
-¡Oh no, esa desgraciada se lo impidió! ¡Vaya salvaje! Le gritó, le lanzó cosas, le arañó, le mordió...¡Incluso llegó a apuntarle con un arma! Después él se marchó, pero juró que se haría con el niño. Y lo hizo, lo hizo y nos libró a todos de esa mala pécora.
Un silencio incómodo creció entre ambas. La mujer de ojos grises, pese a saber que Alice era una rebelde y aquel hombre sin nombre un partidario del Capitolio, no pudo evitar compadecerse de ella ¿Qué clase de madre no lucharía con uñas y dientes para mantener a su hijo a su lado?
-¿Cómo? ¿Tenía llave?
-No le hizo falta, reveló su posición exacta a los agentes de la paz y ellos se encargaron de todo...yo misma les abrí la puerta. Si tan solo hubiera sabido que era tan sencillo como eso me habría deshecho de ella mucho antes ¡Qué eficiencia!
-¿Y el niño lo vio todo? ¿Cuántos años tenía?-dejó caer, algo afectada por un achaque de empatía.
-Siete. Una buena edad para aprender qué te sucede si muerdes la mano que te da de comer. Aunque él no lo hiciese.
-¿Podría darme más detalles sobre el procedimiento por el que se llevó a cabo la detención? Pura rutina...
-Sin problema. Tuvieron que tirar la puerta abajo, así que pudimos verlo todo...-le aclaró, asaltada por los recuerdos de aquella noche y los incidentes previos.

Recordó el momento el que el entonces joven Derek Schierling, dejando de lado el orgullo y elitismo habituales en su familia, entró a su edificio. Revivió la impresión que le causó: sus ojos verdes destilando la más pura superioridad, sus hombros anchos, sus rasgos marcados, las perfectas costuras de su ropa...era un hombre muy atractivo: irradiaba poderío y autoridad.

Hizo memoria del modo en que se pegó a la mirilla para ver si seguía subiendo plantas, sorprendiéndose en extremo al ver que era-ni más ni menos-la puerta de Alice a la que llamaba. Si siempre había tenido celos de ella, en ese instante le tenía un auténtico odio. Una fugaz sonrisa maliciosa apareció en sus labios al saborear nuevamente su expresión cuando se topó frente a frente con aquel niño que se le parecía demasiado como para que fuese pura coincidencia.

Se deleitó con el retumbar de aquel "puedo explicarlo" salido de los labios de la joven en su memoria, disfrutando de lo inútil de sus palabras a la hora de silenciar las sospechas del que, según en ese momento supuso, aún era su amante.
Experimentó otra vez el morbo enfermizo que le provocó el modo en que discutieron: lo suficientemente alto como para que prácticamente todo el distrito se enterara de lo sucedido y los rumores empezaran a correr como la pólvora. Aquella niñata pelirroja le había negado lo que quería a Schierling, todos lo sabían y él, por supuesto, no podía permitirlo.

Uno de los agentes le había dicho, ante su evidente entusiasmo, que las acusaciones eran muchas y que Alice no podía negar ni una de ellas.

-No llegaron a detenerla propiamente, la ajusticiaron en su propia casa y luego llevaron a ese criajo con su padre-explicó, saliendo de su particular trance, por un instante.

Enseguida, su mente la transportó a aquel lluvioso 25 de diciembre, permitiéndole asistir a la rápida decisión colectiva mediante la que los agentes resolvieron-como la opción más lógica-matar allí mismo a la apodada "Ali", frente a su propio hijo. Por supuesto, la joven señora Smith no encontró ningún tipo sadismo o crueldad en ello. A su entender, lo hicieron para prevenir que decidiese tomar ejemplo de su progenitora cuando tuviera la fuerza suficiente para suponer un problema.

-Ni siquiera se despidió ni me dio las gracias por procurarle una vida mejor, alejado de ese mundo de inmorales...pero ¿qué podía esperarse? Lo extraño era que el crío no mordiese.

La mujer rubia se forzó a reír ante su comentario, solo necesitaba una respuesta más y podría marcharse de ese rincón de mala muerte.

-Ya...¿Sabría facilitarme el nombre de alguien que pudiese hablarme acerca de la época que Nikolaj pasó con su padre?
-Sí, conozco a algunas de las mujeres que trabajaban a servicio de su padre...Mi marido era comerciante ¿sabe? Podíamos permitirnos visitar el distrito uno de cuando en cuando y hacer allí algunas compras...Busque a una mujer...más o menos de su edad...Belladona Bothe.-le dijo finalmente, tras haber alardeado de un pasado ya remoto.
Cuando al fin bajo del tren, la ya no tan joven investigadora se sintió en el cielo. No había nada como alejarse de la inmundicia de los distritos más pobres para recuperar su frivolidad habitual. Frunció el ceño molesta al echar un vistazo al carísimo aparato en el que tomaba sus notas. ¿Realmente estaba sintiendo lástima por alguien como Shierling, por un rebelde? Bufó. No, no podía ser. Agitó un poco la cabeza y, respirando hondo, tomó rumbo al lugar en que supuestamente estaba la siguiente persona a interrogar. Se trataba de una casa bastante elegante, decorada siguiendo las últimas tendencias. Muy del agrado de quien acababa de entrar en ella, siendo recibida por una chica algo más joven, de unos 26 años.
-Buenas tardes, me llamo Treblinka Belzec y vengo...buscando a una mujer...-le explicó, intentando recordar el nombre de la susodicha-¡Belladona!
-¿Para qué la busca, si puede saberse?-cuestionó la joven, alternando su vista entre ella y la puerta de la cocina.
-Necesito información sobre Nikolaj Schierling...y me han comentado que ella podría proporcionármela.
Al instante, donde antes había estado la jovencita, ya no había nadie y un claro "-Dona, Dona ¡una mujer quiere hablar contigo de Niko!¡corre!" se hizo audible.
Pocos minutos después, una señora que rondaba la cincuentena hizo acto de presencia. Pese a la sencillez que evidenciaba en su vestuario, se la notaba educada, elegante y predispuesta. Además, los años parecían haberle enseñado a disimular la emoción mucho mejor que su compañera, cuyas mejillas se habían teñido de un llamativo carmesí desde que le había mencionado al sujeto de su investigación.
-Dígame que está bien...no se habrá metido en ningún lío ¿verdad?-cuestionó la señora una vez se hubo sentado, intentando disimular su preocupación.
-No, no por ahora...
-Sea lo que sea que haya hecho....no sea demasiado dura con él...tuvo una infancia muy difícil...¿sabe?
-Precisamente de eso quería hablarle. Estoy intentando reunir información sobre su pasado y me han dicho que usted servía en la casa de su padre en la época en que vivió allí y...me preguntaba si podría hablarme acerca de esa época...
-Supongo que no hay problema...-respondió la mujer de ojos marrones, sintiendo su corazón encogerse con solo rememorar el día en que aquel chiquillo apareció en la casa en que entonces servía-espero...que después de escuchar esto pueda entender un poco mejor porqué se comporta como lo hace...

"Cuando llegó era ya noche cerrada. Era un niño bastante escuálido y temblaba como una hoja. Lo cierto es que aquello era lo único que le hacía parecer vivo, aquello y sus ojos. Sentí que se me partía el alma cuando los vi por primera vez:tan verdes, tan brillantes y completamente llenos de lágrimas. Se estremecía con cada trueno, temía a todo el mundo y no hablaba con nadie. Ni siquiera comía. Era como un alma en pena: las escasas veces que dormía se despertaba gritando y sudando por culpa de las pesadillas y llamaba a su madre día sí, día también, pidiendo que la despertásemos para que fuera a buscarle.

Si supiera usted cuanto he llorado yo por ese niño...me rompía el corazón verle así.

Con el tiempo conseguí ganármelo a base de horas y horas rondándole. Le gustaban mucho las historias...supongo que porque le recordaban a su madre, o a alguna persona de su ditrito natal. El caso es que gracias a ellas fui conquistándole un poco y acabó cediendo a mi compañía. Una vez se le conocía era un crío alegre y risueño, que hablaba mucho y bien con y de todo el mundo, pero a más tiempo pasaba con su padre, más huraño, orgulloso, arrogante e insolente se volvía...aprendió todas las malas artes habidas y por haber de él, pero conservó-oculta-la lealtad y sentido de la justicia de su madre.

Tenían una relación muy turbulenta que fue empeorando conforme creció Niko...en un principio, cuando la cosa se ponía demasiado violenta el niño se serenaba, apretaba los puños y se encerraba en su habitación, pero cuanto más alto se hizo menos le imponía su padre...y las cosas llegaron a ponerse realmente tensas entre ambos. Tensas hasta un punto en que el chico llamaba asesino a su padre-y no deje que la engañen, que no por estar muerto va es mejor persona, lo era-antes de marcharse medio molido a golpes. A veces tardaba días enteros en volver, y lo cierto es que nadie sabe ni sabía a dónde iba, pero juraría que cada noche a la intemperie hizo mella para mal en su carácter. Esas discusiones le hicieron crecer de golpe, le pusieron a la defensiva...su padre no era un buen hombre y, si yo hubiera sido menos cobarde, le habría apartado de él.

Pero...tengo cinco hijos ¿sabe? Y no se alimentan de aire...

-Por los informes que tengo, el padre de Nikolaj falleció en extrañas circunstancias estando sólo en casa...¿Recuerda lo que sucedió ese día?

-Claro...aún lo recuerdo como si fuera hoy.
Aquel día Niko y su padre discutieron como nunca antes: para sus escasos doce años, nuestro pequeño ya se había implicado mucho con los rebeldes y eso era algo que enfurecía en exceso a su padre. Era una ofensa a su honor y su apellido.

Y fue por ese mismo motivo por el que no solo llegaron a las manos, sino que rompieron muebles y cristales, se lanzaron libros, lámparas, fotografías y, en general, todo cuanto tuvieron a mano. Cuando el chico se marchó aquella tarde, la casa que dejó tras de sí parecía más un paraje devastado por un tornado. Tardamos un cuarto de hora en atrevernos a salir y fue el propio señor quien nos echó alegando que quería estar solo. Y solo murió. No sé quién lo hizo pero francamente no me parecía que mereciese un severo castigo. No hasta que inculparon a Niko...

A día de hoy estoy segura de que solo fue un pretexto para interrogarle sobre las actividades en que estaba implicado: querían nombres. Pero entonces parecía tan verosímil una acusación por asesinato que nadie lo puso en duda. Y aseguro que, si algo le quedaba de niño, esos salvajes se ocuparon de arrancárselo a golpes en el tiempo en el que le retuvieron...Aún ahora ignoro si le liberaron o logró escaparse por su propia cuenta...-explicó, acuciada por la culpa la mujer.

Algo sospechoso en rostro de la joven que había permanecido en la habitación escuchando sin mediar palabra llamó la atención de la investigadora. Su expresión delataba que ella sabía algo acerca de aquella milagrosa liberación. Así que se dirigió a ella directamente.

-¿Por casualidad fuiste tú quien le ayudó a escapar?

Su nerviosismo fue más claro que cualquier afirmación: sus suposiciones estaban acertadas. Pero la poseedora de tan valiosa información parecía determinada a negarlo.

-Yo no...¡No fui yo!
-No pretendo meteros en problemas ni a ti ni a tu amigo. De hecho, todo cuanto me cuentes podría serme de ayuda ¿entiendes?-le hizo ver, ante su reticencia.
-¿De verdad pretende ayudarle?-dijo, recibiendo con un cierto escepticismo su afirmativa-¿no usará lo que le cuente en su contra ni como prueba para acusarle?-la mujer de blanco negó ante la mirada perpleja de la mayor de las presentes-Está bien...entonces se lo contaré...-murmuró con temerosa resignación.

Cuando fui a buscarle había pasado ya unas diez horas allí. yo estaba muy asustada y demasiado nerviosa. Sabía que había un grupo de rebeldes amigos suyos reuniéndose para ayudarnos, pero aún así no podía evitar temer por mi vida.

Hice creer a los agentes de la paz que traía comida a su jefe y me las arreglé para llegar hasta su celda. Parecía muy desorientado y estaba claramente magullado, lleno de sangre, amoratado, pálido...sencillamente demacrado, perdido. Una sombra del habitual.Años después me confesó que no era solo por la paliza o el alcohol ingerido para ahogar los extraños sentimientos que le producía la muerte de su padre, sino esta misma, lo que le mantenía en ese estado de parálisis. Pese a su condición, pareció ser que mi presencia avivó su orgullo y, para mi sorpresa, se levantó del suelo en el que estaba tendido-según supuse, tras horas de torturas-apoyándose en la pared y me sonrió. No temo equivocarme cuando digo que mantener su dignidad intacta pese a todo debía ser lo único que le hacía capaz de permanecer erguido.
Forcé la cerradura de la celda y le ayudé a escapar. Solo estuve a su lado hasta que salimos de la zona y entonces sencillamente me tomó por los hombros, me miró a los ojos, me dijo "Voy a marcharme, te escribiré" y se perdió por entre las calles.
Y, como siempre que me ha prometido algo en su vida, lo hizo. Me escribía siempre desde lugares diferentes y me hacía una síntesis-suavizada, me figuro- de lo que iba sucediéndole, en una perfecta linea de ascenso en su implicación con la causa de los rebeldes.
"Es cierto que ahora estoy solo"-me decía-"pero al menos estoy haciendo lo que quiero con mi vida"
Me contó que había aprendido a pelear, a disparar, que estaba mejorando mucho...todo bastante bélico hasta que empezó a hablarme de ella...-una relativo tono celoso se hizo presente junto a las últimas dos palabras, despertando la curiosidad de aquella particular "entrevistadora".
-¿Ella?-repitió con la clara intención de obtener un nombre.
-Si, ella, Nina Dubroff...
Habían pasado cerca de dos años cuando tuve las primeras noticias sobre ella. Al parecer, Niko la conoció durante una pelea. Era una fecha muy próxima al aniversario de la muerte de su madre, se encontró con uno de sus antiguos vecinos y, según sus propias palabras, "removió demasiado el pasado". Ella era una niña cuando la conoció pero...supongo que fue su buena fe lo que que le llamó la atención. Desde que le conozco, Niko siempre ha sido de esas personas que ven el mundo casi como un campo de batalla y toparse con alguien que encontraba buenas intenciones hasta donde no las había debió ablandarle.

"Es como si sintiese la obligación de mantener sobre sus ojos la venda que le impide ver todo lo malo de este mundo. Es una niña.Triste, sí, cargada con una madre que francamente creo mala para ella, también...pero una niña, una niña como yo no pude serlo."-recuerdo que me escribió en una de sus últimas cartas antes de varios años sin noticias...Debía tener unos...17 años cuando sus lineas empezaron a venir más y más espaciadas hasta dejar de llegar, siendo la última un breve "Trabajo. Problemas. Nina. Sabotajes. Seguridad.Os visitaré algún día."-repitió dolida.
Por supuesto, el sentimiento mal oculto no conmovió en exceso a quien la oía que, rauda en sus palabras, se apresuró en preguntar:
-¿Tienes la dirección desde la que fue escrita la última carta?-su sonrisa al tener entre sus manos el papel en que estaba escrita fue sincera...el distrito tres era su próximo y, esperaba, último destino.
Lo que se topó cuando finalmente llegó a la dirección indicada la sorprendió: no era una casa excesivamente lujosa, pero estaba muy bien cuidada y arreglada. El jardín se notaba lleno de vida y en el tejado no había ni una mísera teja fuera de sitio. Era una casa familiar, no muy grande pese a sus dos plantas por ser bastante estrecha. Parecía...el hogar de una familia feliz y joven. Y dudaba seriamente que fuese el caso...al menos, hasta que aquella radiante chica rubia le abrió la puerta y el olor a comida recién hecha la sobrevino.
-¡Hola!Tú debes ser Nina...es un placer-le dijo, intentando parecer amigable-¿me dejarías pasar? Tengo algunas preguntas...
-Claro, la ayudaré en todo lo que este en mi mano-dijo, sonriendo de oreja a oreja .-Pase, pase...¿puedo ofrecerle algo de comer o de beber?-preguntó con tono amable, moviéndose para dejarle paso, volviendo a sonreír de la misma manera que antes.
-Oh no, no es necesario...quería hacerte unas preguntas sobre tu compañero de casa...Nikolaj...¿tienes tiempo?
La joven asintió rápidamente.
-¿Sobre Nikolaj?Le diré todo lo que pueda para serle de utilidad...¿que desea saber?-preguntó, dedicando una sonrisa tímida. La investigadora pudo notar cómo sus mejillas se teñían de un suave color rojo al pronunciar su nombre.
Parece ser un efecto habitual de la pronunciación de su nombre-se planteó para sí con diversión.
-Sí...verás...me gustaría que me hablases de estos últimos...¿seis años? Que habéis pasado juntos.
La chica sonrió y asintió .-Claro, bueno, el siempre ha sido me apoyo sobre todo tras...la muerte de mi madre-dijo con un leve deje de tristeza en la voz, se notaba que era un tema que le afectaba mucho.
-Vaya...no me esperaba que fuera la clase de persona que ayuda a una huérfana...¿Podrías...contarme algo más acerca de eso?
Ella asintió y tragó saliva .-Cla-claro...bu-bueno mi madre...decían que...estaba loca y...puede que s-si pero...yo prefería no-no creermelo...se suicidó y el...bueno, me cuidó, me abrazaba por la noche cuando lloraba...-murmuró, quitándose una lágrima de la mejilla disimuladamente .-El...es la mejor persona que conozco-dijo alzando la vista, haciendo visibles sus ojos, vidriosos por las lágrimas.
De nuevo, aquella mujer por norma imperturbable, sintió flaquear su falta de empatía. Pero el escuchar unos pasos firmes y decididos haciéndose notar tras el sonido de la puerta lo evitó:en la habitación acababa de presentarse un chico joven, de poco más de veinte, que la analizaba de arriba abajo con la misma expresión

FAMILIA FAMILIA

Enfermedades:
Si tu personaje tiene alguna enfermedad nombrala y explícala.
Hobbies:
-Correr
-Algunas cosas que no deben ser nombradas, por estar esto a disposición de mentes inocentes.
-
Virtudes:
Mínimo 5 virtudes.
Manías:
Mínimo 5 manías.
Fobias:
Mínimo 5 fobias.
Gustos:
Mímino 5 gustos.
Disgutos:
Mínimo 5 disgustos.
Habilidades:
Solamente 2 habilidades y cuidado con cuáles, podemos denegar una ficha por este apartado. No sois omnipotentes, escoger habilidades según el distrito del que provengas.
Otros Datos:
Añade aquí más datos, mínimo 2 datos más.
Frase:
Fire is catching

Tablilla hecha por Career On Fire {Melinda H. Baker} para Let the Games Begin ©

FichaRelaciones