Ficha Jake

Psicología

Insolente, descreído e irresponsable, la arrogancia y el egocentrismo parecen encontrar en Jake Sullyvan su más viva imagen.
Tras esa sonrisa de las grandes promesas que acaban en decepción, la misma que adorna los rostros de las estrellas cuyo talento expira con ellas a las edades más tempranas; se esconde una sed de emoción e intensidad fuera de serie, un hedonismo exagerado, casi infantil, en que las inhibiciones no tienen cabida y la vida no es más que otra ficha que apostar. Cada minuto y segundo pueden ser todo o nada.

La madurez supone uno de sus pocos tabúes: la idea de envejecer, cambiar y abandonar la vida que lleva se le antoja mucho más aterradora que la muerte misma; por lo que suele asegurar que se quitara la vida antes de convertirse en un adulto. Igualmente, tiende a huir de cualquier asomo de estabilidad y siente el impulso de revelarse contra todas las formas de autoridad; pues su libertad es posiblemente lo más valioso para él.

Extrovertido y risueño, tiene facilidad para la palabra y le resulta tan sencillo seducir como hacer amigos; algo que, sumado a su escaso sentido del ridículo, le convierte en el alma de todas las fiestas. Pese a ello, es realmente orgulloso y las emociones más sinceras se le atascan en la garganta como no lo hacen, en sus peores momentos, las verdades más crueles y las frases más hirientes. Sabe pelear y tiene un retorcido talento para jugar con las emociones ajenas pese a ser bastante impulsivo, lo que podría convertirle en una bomba de relojería de ser tan cínico y falto de romanticismo como presume.

Por fortuna, no es el caso, ya que Jake no es, a fin de cuentas, más que el producto un corazón esforzándose en hacerse oír sobre cualquier atisbo de razón: un abismo de reacciones imprevisibles, inmadurez, absurdo y contradicción en el cuál resulta difícil saber dónde acaba lo fingido y comienza lo real.
Hasta qué punto la sonrisa y la felicidad que muestra son sinceras, hasta donde la aparente indiferencia hacia "el juego" que es el amor para él es verídica o qué se esconde tras su vida de derroche y descontrol son misterios a los que no dará respuesta.

Porque si vives rápido y mueres joven, no buscas sólo dejar un cadáver bonito, sino un recuerdo vibrante, tan repleto de misterio y fuerza como para perdurar más allá del tiempo; y no son los misterios resueltos los más recordados, sino aquellos para los que no se tiene respuesta.

Biografía

1.Conjunto de conocimientos y prácticas con los que se pretende conseguir cosas extraordinarias con ayuda de seres o fuerzas sobrenaturales.
Esa era la magia que hacía mamá.

2.Conjunto de trucos y habilidades con los que se hacen juegos de manos y cosas sorprendentes y extraordinarias como hacer aparecer y desaparecer objetos y personas, descubrir cosas ocultas, etc.
Esa era la magia que hacía mi padre. Para quienes no lo sepan, a esa "magia", donde yo nací, se le llama mafia.

Mi madre era bruja; mi padre un patán. Quizá por eso nací en una fecha mágica que encanta a los patanes: el veinticinco de diciembre. Haz el favor de ahorrarte las gracias y los villancicos, porque no tenemos tiempo que perder.

Nací en las afueras de Nueva York, en la mansión que mi padre había conseguido con sus trucos. Os adelanto, por si alguien esperaba un giro dramático al respecto, que la única magia certera que hizo en toda su vida fue, sin duda, la que debió emplear para enamorar a mi madre.

Era muy joven cuando le conoció. Me lo contaron una y mil veces; me figuro que para intentar ayudarme a entenderlo. Os arruinaré la sorpresa: ni lo hice, ni lo hago.

La nuestra era una de esas mansiones en las que el espacio sólo sirve para hacer eco al silencio; de esas en las que el vaivén de los cubiertos golpeando los platos, el sutil estallido de as lágrimas al estallar sobre las baldosas y algún que otro golpe son el hilo musical.

Recuerdo cenas de gala y fiestas llenas de ropa que valía mucho más que la gente que la llevaba. Reuniones adornadas con luces y sonrisas forzadas que apestaban a corrupción, maquillaje y avaricia. Mi madre jamás encajó allí, lo cual no deja de ser curioso porque su cuna estuvo en un lugar bastante semejante.
Ella descendía de un largo linaje de magos y brujas que poco o nada habían tenido que ver con el mundo muggle o, diciéndolo de un modo menos políticamente correcto, eran puristas; de modo que los protocolos rimbombantes, los matrimonios sospechosamente convenientes y las falsas amistades le resultaban considerablemente familiares.
Ni que decir tiene que el día de su enlace con un muggle fue también la fecha de su defunción a ojos de su familia, por lo que estoy lejos de existir para ellos.

Mi infancia fue todo lo normal que puede serlo la infancia de un niño educado en casa porque su padre, y cito textualmente, " no estaba dispuesto a tener que pagar un rescate por un niñato". Pasaba mucho tiempo con mi madre y más aún solo. Me enseñaron pronto a disparar, a pelear, a mentir y robar. Porque la honestidad, en mi familia, era un principio demasiado sobrevalorado.

Juro que mi madre trataba de parecer feliz cuando estaba conmigo y juro también que no pudo haber realizado un esfuerzo más vano porque, como ya os dije, el eco me mantenía al tanto de cada noche que pasaba deshecha en llanto cuando mi padre no regresaba. Aprendí a odiarlo, a detestarlo con la irracionalidad con que sólo un niño puede: sus ausencias provocaban lágrimas y sus regresos moratones; sus socios eran violentos y los asuntos en que se ocupaba suponían todo un riesgo. Ojalá no hiciera yo lo mismo ahora y pudiera deciros hasta qué punto me repugnaban.
Pero lo hago y por eso mismo me toca guardar silencio y reservarme los gritos para noches de borrachera en que nadie da crédito a mis palabras.

Mentiría si dijese que me apenó que tuviera que distanciarse por unos meses para evadir investigaciones policiales, pero debo reconocer al destino la ironía de su jugada al hacer que fuese precisamente en su ausencia cuando los acontecimientos llegaron a su punto más trágico.

Las primeras semanas lejos de él fueron tan felices que sólo la desgracia que las siguió podría dar explicación a tanta calma. Fue como una burla bizarra y sádica; pero eso, mientras veía a mi madre más vital y feliz que nunca, no parecía posible.
Acababa de recibir mi carta y estaba tan orgullosa de mí que ni siquiera la falta de mi padre pudo eclipsarlo. Se reía cada poco y no paraba de contarme anécdotas sobre sus años allí con ojos nostálgicos. Me decía que podría llegar a hacer grandes cosas, que era especial. Adivinad qué: yo no me sentía nada especial; pero lo hice al llegar allí. Fue mi escape. Por primera vez tenía amigos fuera de nuestras vacaciones a Italia y era un crío más, sin llantos, golpes, pistolas, ni amenazas.

Pero el regreso me demostró que toda aquella magia no me serviría de nada: ella estaba enferma, demasiado para salir siquiera de la cama cuando llegué. Un grupo de médicos estaba junto a ella cuando traje mi maleta y sólo uno de ellos tuvo el valor de explicarme qué sucedía. No entraré en detalles; solo diré que acabó su discurso con las nueve palabras más dañinas y significativas de mi vida: "A partir de ahora tendrás que ser muy fuerte".

A veces desearía no haberle hecho caso. Haber echado a correr y no haber estado allí a su lado mientras se consumía y apagaba como una vela; mientras perdía fuerza, palidecía y se retorcía de dolor, quebradiza como una hoja en otoño. Pero no lo hice. "Fui fuerte" y me quedé a su lado fingiendo ser un adulto que no era. Encerrando todo aquel dolor amargo en mi interior. No había hechizo que me hiciera sentir mejor ni modo de invertir aquella terrible metamorfosis.

Empeoró durante todo el  verano hasta que, apenas unas semanas antes de que me marchase, me llamó a su habitación en mitad de la noche. Cómo me gustaría no haberme despertado entonces.

Lo recuerdo como si fuera ayer: sus ojos azules como dos pedazos de cielo desteñidos con lejía, sus manos heladas sobre mi mejilla y su voz rota, como arrancada con esfuerzo de lo más hondo de su pecho, entremezclándose con los pitidos constantes del monitor mientras marcaba el compás de sus latidos.

"Jake, Jakie, cielo...tienes que hacer un favor a mamá ¿sí?" Cielos, si hubiera huido a tiempo de esa habitación...
"Estoy cansada, cielo, muy cansada y me duele mucho...necesito que me ayudes ¿está bien? Sólo tienes que darle a ese botón para que me quede dormida. Muy dormida." Por escalofriante que suene, sabía que no se despertaría; por escalofriante que suene...lo hice.
Y aún a día de hoy desconozco las razones: no sé si me movió la compasión o el agotamiento tras tantas noches en vela rezando a un dios en que no creía porque volviera a ver amanecer. No sé si en ese momento quería acabar con todo aquello por ella o por mí. Pero el caso es que pulsé el botón.

Pulsé el botón y vi como la línea fosforescente que se retorcía en el monitor hasta paralizarse n una recta perfecta. Ella me dio las gracias, sonrió, me sujetó la mano y cerró los ojos; como dormida. Yo rompí a llorar, a llorar de un modo escandaloso, histérico.

Seguramente la escena habría resultado conmovedora o patética-a según el espectador-de haber habido alguien allí para contemplarla. Pero no había nadie. Nadie hasta que mi padre regresó cuatro horas después con sus secuaces y me encontró allí tirado, abrazado a un cuerpo que ya no tenía más que frío para ofrecer. Se acercó, me cruzó la cara de una bofetada y me dijo. " Ya iba siendo hora de que crecieses". Y entonces empezó el Jake Sullyvan que todo el mundo conoce.

Estoy seguro de que no todos vosotros veríais a Ray Liotta decir su famoso "desde que tengo memoria, siempre he querido ser un gángster" en Uno de los nuestros, pero igualmente os diré que yo no podría estar más lejos de identificarme con esa afirmación.
Yo jamás quise ser un gángster.
Quise ser médico, bombero, abogado y, en aquel breve trimestre en que la magia me parecía algo que podría salvar mi vida; incluso quise ser un auror.
Pero entonces mi madre murió, y el mundo de la mafia me atrapó como un cepo.

Y en lugar de salvar vidas, las segué, en lugar de apagar fuegos, los encendí y en vez de salvar a inocentes en prisión, dejé que pagasen los crímenes que yo había cometido. Por mis fantásticas calificaciones en Hogwarts estoy seguro de que podéis imaginaros también a dónde fueron a parar mis aspiraciones de ser auror. Por si vuestra mente no da para tanto, os diré que están, al igual que Luca Brasi en El Padrino, "durmiendo con los peces".

Y entonces mis días se convirtieron en un bucle de alcohol, crimen, violencia, somníferos y mujeres, muchas, muchas mujeres-tantas que no soy capaz de recordar todos sus nombres-porque, como bien decía Scarface: “En este país lo primero que hay que tener es dinero, cuando tienes dinero tienes poder. Y cuando tienes poder vienen las chicas”. Y si algo da la mafia-además de pesadillas y remordimientos-eso es dinero.

1.Conjunto de conocimientos y prácticas con los que se pretende conseguir cosas extraordinarias con ayuda de seres o fuerzas sobrenaturales.
Esa era la magia que hacía mamá. Esa fue la magia que pensé que me salvaría.

2.Conjunto de trucos y habilidades con los que se hacen juegos de manos y cosas sorprendentes y extraordinarias como hacer aparecer y desaparecer objetos y personas, descubrir cosas ocultas, etc.
Esa es la magia que hace mi padre. Para quienes no lo sepan, a esa "magia", donde yo nací, se le llama mafia. Y yo formo parte de ella.
Mi madre era bruja; mi padre un patán

Otros Datos

Patronus:
Si lo tiene, escribe aquí la forma animal del patronus del pj, recuerda que para que pueda ser capaz de hacer el hechizo debe tener al menos 15 años.

Boggart:
Un dragón cola-cuerno húngaro.

Varita:
Ciprés, nucleo de fibra de corazón de dragón, 33 cm, poco flexible.

Pertenencias:
Un mechero de plata labrado con el que se encendió su primer cigarrillo.
Un reloj que nunca pone en marcha, detenido en la hora  la que su madre murió.

Otros datos:
-Tiene tatuada una L sobre el trapecio por cada cincuenta hombres al que ha matado trabajando par la mafia de su padre.
-No es capaz de dormir más de dos horas seguidas si no ha tomado somníferos.
-Tiene mucho cariño a su primera moto, que tiene incluso nombre; Juliette.